jueves, 25 de diciembre de 2008

cae una lágrima en acorde mayor,todo a su alrededor se apaga, sin morir,aun vivo, aun latiendo. Que sigue?, no lo se, y ella en ese momento tampoco, solo salio, no fue pensada, ni sentida, no era aun su momento de salir, pero igual salio.


Pálida, con sus pómulos marcados, con 1.62 cm de estatura, muy delgada, con sus pechos casi planos y sus caderas ensanchadas, así era ella, con una gran dulzura escondida en su hostilidad.


Su cabello era lo que mas llamaba la atención, largo y ondulado, siempre procuraba o alisar lo bien o en su defecto marcar sus ondas de manera muy ordenada. Era de un castaño que algunos días era muy claro y otros era casi negro. Algunos asumían que era por el sol o el clima, otros por su estado de animo, a otros no les importaba pero igual lo notaban.


Sus pantalones siempre pegados a sus amplias caderas, una camiseta de algún material ligero que deje una muy pequeña separación entre esta y el pantalón. La mayoría de veces se le veía con largas botas con tacos muy altos, con largos abrigos que hacían lucir su cuerpo n forma de una muy esbelta pera.





Caminaba como si el viento fuera quien la moviera. En su brazo derecho cargaba su gran cartera; siempre lograba combinar por completo su atuendo, y en su otra mano un estuche negro y pequeño.


Muchas veces se preguntaba si esa era la vida que quería, pero al abrir su estuche su estuche sentía obvia la respuesta, Si!


Sus dedos eran delgados pero fuertes y ligeros. Sus labios muy finos y delicados, tanto que al poner la caña en su boca estos desaparecían.


El color negro de su instrumento destacaba en sus blancas manos, y su figura alargaba y acampanada acompañaba melodiosamente al movimiento de su propio cuerpo.


Ese día; ella con un hermoso vestido de forro rojo con un bordado de flores negras, delgadas tiras en sus dos hombros, un delicado escote en U , altas sandalias que estilizaban aun mas su cuerpo y una bufanda roja en su largo cuello;temblaba, y no podía mantener su columna de aire estable, su obra resonaba en su cabeza, ella sentía que cada vez olvidaba algo. Al fin!, era su hora de entrar a escena , se seco sus manos en su vestido y entro con una hermosa sonrisa. Comenzo a tocar y se le fueron los nervios, su columna era nítida, sus movimientos elegantes y expresivos, sus frases parecían ser verdaderas olas; el viento del movimiento de su cuerpo parecia invadir todo el auditorio. Llegaba la cadencia y todos estábamos envueltos por su interpretación, comenso y parecia que no podías estar en un punto mas alto del éxtasis, volvió al tema y ya no sabíamos que mas esperar, ya con eso todos saldríamos mas que satisfechos; siguió el tema y al acabarse acompañado por el piano en un acorde mayor cayó una lágrima, una lágrima en un momento perdido.

la exitacion auditiva no desapareció, pero esa lágrima sorprendió a todos, no tenía de donde llegar ni porque nacer.

esa lágrima en todo el recital no avandono su cara, parecía estar ahí observando le , disfrutando de la obra tanto como el publico.

Ya estaba en los últimos compases, sus dedos parecían mariposas que volaban alrededor de su instrumento, en todo el auditorio había un aire de tranquilidad y tensión.

El piano alargaba sutilmente las ultimas notas,mientras el oboe mantenía larga y eternamente la quinta del acorde para en el ultimo acorde caer con la tónica.

El publico se levanto como si tubieramos resortes y aplaudimos jubilosamente, ella dio una delicada beña, abrazo al pianista y salio.

En el camerino al guardar todo nuevamente miro al espejo, sonrió y vio fijamente en su mejilla, soltó un suspiro y se seco la lágrima.